Revisando una vieja Moleskine, encontré este croquis de un viaje que realicé hace varios años a Weimar. Inmediatamente recordé la tarde soleada, el café recien servido, la calle casi vacía, y el placer de dibujar, sin ninguna prisa, el remate de la Bibliotheksturm.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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